Reto 1
El 4 de marzo de este año se llevó a cabo en Vigo una
concentración comunicada a la Subdelegación del Gobierno, por parte del grupo Revuelta de Mujeres en la Iglesia.
La convocatoria se realizó bajo el lema “Camiñamos Xuntas pola Igualdade
e a Dignidade na Igrexa” en el atrio de la Iglesia del Cristo de la
Victoria, situada en uno de los barrios más poblados de la ciudad Olívica, Coia,
siendo muchos de sus habitantes de clase obrera y de extracción humilde.
Hubo concentraciones análogas en otras dieciséis poblaciones en
España.
La Iglesia Católica, al igual que otras religiones a nivel global,
es sin duda una de las instituciones que a lo largo de los tiempos ha llevado a
cabo una labor de transmisión de ideas, creencias, valores y actitudes a casi
la totalidad de la población.
Muchos de los prejuicios acerca de la mujer fueron y seguramente
siguen siendo extendidos por esta Institución.
En el caso de España la importancia de esta en la socialización ha
disminuido de manera paulatina en las últimas décadas, pero la Iglesia sigue
teniendo mucha capacidad en ámbitos como el de la ayuda social, el educativo y
en el de los medios de comunicación.
Parece innegable también que es la institución en la que, de
manera más clara, la mujer está discriminada en todos los ámbitos, tanto en los
de representación, toma de decisiones, a nivel laboral y también económico.
He estado intentando conseguir datos estadísticos en relación con
lo afirmado hasta ahora, y no me ha sido posible.
Por ejemplo, en el informe “Mujeres y Hombres” en España del INE
no se hace referencia de manera específica a la brecha de género en este
ámbito.
En la noticia analizada y referida arriba se hace referencia a una
“propuesta de buenas prácticas”, para conseguir disminuir las “múltiples formas
de injusticia e invisibilidad” que se dan en la iglesia en relación con las
mujeres.
Entiendo que el motivo por el que a la Iglesia Católica no se le
aplica la Ley Orgánica 3/2007, de 22 de marzo, para la igualdad efectiva de
mujeres y hombres se deriva de sus propias creencias, amparadas en la
libertad religiosa.
Evidentemente, y eso no lo veremos cambiar, los órganos de decisión
y de representación son y seguirán siendo ocupados al cien por cien por hombres.
Sin embargo, en muchos de los ámbitos de carácter “político”, de
comunicación o educativo en los que se desempeña la Iglesia, en los que sí se
podrían exigir avances, no parece que se tengan en cuenta los principios generales
de esta normativa.
Esto se traduce en el nulo o ridículo avance de esta institución
en el campo de la igualdad efectiva entre mujeres y hombres, cuando no se aprecian
ciertas ideas o manifestaciones abiertamente contrarias.
Si trasladamos ciertos estereotipos, actitudes y conductas de la Iglesia Católica y esta discriminación al ámbito educativo, en el que está tan representada, desde los primeros años a la etapa universitaria, es posible que la formación de mujeres y hombres bajo su tutela no de los pasos necesarios hacia la igualdad efectiva.
Parece difícil que por sí misma inicie el camino, por ejemplo, con
órganos colegiados que estudien de forma científica la situación actual y
propongan planes u objetivos a medio/largo plazo en el ámbito de la igualdad
entre mujeres y hombres.
Los movimientos sociales, como el que se presenta en la noticia, sus
ideas y reivindicaciones son muchas veces “motor de cambio” que fuerzan a los
centros de poder a avanzar, a tomar conciencia de los problemas que se
presentan en el seno de las organizaciones.
En el caso concreto analizado, la clave podría estar en un apoyo
decidido a estas reivindicaciones por el resto de la sociedad y de las
administraciones.
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